Minotauro
Textos curatoriales

Porque Teseo y el Minotauro son uno…uno mismo.

Minotauro

“Soñé que el laberinto es un símbolo deestar perplejo,
de estar perdido en la cámara de laexistencia.
Así estoy, como un minotauro perplejo,
pues se ha perdido en su propio laberinto”

Jorge Luis Borges

El mito de minotauro en su laberinto ha seducido a la humanidad desde el principio de los tiempos; alude a la vez a la más primitivas acepciones sexuales, que a las más sofisticadas interpretaciones contemporáneas del ser. No en balde es un mito abordado por literatos de todas las épocas, desde la Grecia Micénica en que tiene origen el relato, pasando en el castellano por plumas como la de Góngora, Lope de Vega, Borges o Cortázar. El monstruo híbrido y el laberinto son dos muy poderosos símbolos.

En una época del pensamiento en que hemos tenido que recurrir nuevamente al mito como relato fundacional, como forma de comprender una realidad cada vez más inasible y que la ciencia moderna ha fallado en explicarnos, los relatos de antaño se niegan a morir en apropiaciones que de forma no ortodoxa, revitalizan los misterios del mundo y del hombre. El mito clásico del minotauro ya es suficientemente poderoso: la soberbia de un rey, el castigo traducido en lujuria desenfrenada, el engendro de un monstruo que requiere sacrificio humano, un laberinto insondable y el héroe victorioso que ayudado por su amada, sin titubear y, por supuesto, sin perderse, libera a su pueblo de todo mal… 

Aunque por muchos siglos este animal fantástico mitad toro -animal sagrado de la fecundidad-, mitad hombre, es visto como una creatura temida y salvaje, representante de todo exceso dionisíaco, y por tanto digna de rechazo en el discurso de la tradición moralista, se apropia en la contemporaneidad con toda la simpatía que podemos brindarle al lado oscuro que habita en cada uno de nosotros y con el que debemos pactar y hemos tenido que aprender a vivir. ¿Cómo no tener empatía con una bestia señalada, dolida, perdida en un laberinto, que avergüenza a sus padres y requiere la carne de doncellas y mancebos para poder sobrevivir? Todo parecido con la realidad es mera coincidencia. El relato es más pertinente que nunca, y el laberinto, absolutamente tangible, como la vida misma, como la rutina cotidiana.

La pieza Minotauro, de Villasana, Plasencia, et. al., alude a este mito contemporáneo: el heroico Teseo -ese fascista que también todos llevamos dentro-, obtiene la cabeza de una bestia derrotada, desdibujada, líquida, inasible, como el concepto mismo de luz y oscuridad que rodea la imagen del monstruo, que no es definible, que se diluye en la penumbra de nuestros actos más viscerales, y de todos los intentos que hacemos por redimirlos u olvidarlos. El trofeo es la exaltación a la muerte de un animal empecinado, que se negará a morir, y que Teseo conservará siempre, como un Golem deficiente y profundamente poético, como una huella indeleble de sí mismo.

Porque Teseo y el Minotauro son uno…uno mismo.

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