“Distintos en sus estilos y en sus propuestas, Olga Costa y José ChávezMorado coinciden en su propia pasión artística, y en su búsqueda de armonía, amor y belleza. En este contexto la revelación de la intimidad ofrece al público una clara imagen de esa correspondencia simbiótica entre dos artistas que complementan sus vidas y sus búsquedas(…)es un homenaje a la pasión creativa y generosa de dos de los más importantes pintores de México.”
Rafael Tovar y Teresa
Texto con motivo de la exposición“Olga Costa y José ChávezMorado:en lo intimo”
[1][1]Varios autores. Olga Costra y José Chávez Morado: En lo íntimo. Ed.INBA-CONACULTA, a través del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, conapoyo del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato. México, 2000, pp 9 y10.
La coincidencia en espacio-tiempo de grandes deja huella. De orígenes disímiles, pintura contrastada, puntos de vista diferentes, está construida la trayectoria y obra de dos artistas mexicanos a los que, sin embargo, ubicamos como dos caras de un mismo cuerpo. Las trayectorias profesionales y los avatares de Olga Costa y José Chávez Morado se entretejen bajo la misma pasión gestora, pero hacia derroteros que en México durante un buen tiempo estuvieron desarrollándose, inclusive, desde trincheras opuestas. La suya es una historia de dos personalidades, de dos individualidades, que pudieron caminar en paralelo durante la mayor parte de sus vidas gracias a un profundo cariño y respeto, y al conocimiento pleno de la historia y el apoyo incondicional a los intereses del otro.
La muestra Infinito oxímoron temporal hace referencia estos dos grandes maestros guanajuatenses –una por arraigo y otro por nacimiento-, a los lugares que marcaron sus infancias, que les vieron desarrollar su talento, que los vieron coincidir, enamorarse y formar una pareja…pero sobre todo, a aquellos que los vieron gestar proyectos, públicos y privados, conceptos pictóricos y medios de producción y difusión, que hasta la fecha son el referente cultural de toda una zona –el Bajío mexicano-, constituyéndose sin duda como una de esas parejas hito de la historia del arte, que igual fungen como promotores, mecenas, coleccionistas o editores, elucubrándolo todo desde la sencillez de la cotidianidad compartida, un día como todos frente a una tasa de café, pero con repercusiones para la historia nacional.
Olga Kostakovsky Fabrikant nace el 28 de agosto de 1913 en Liepzig, Alemania. Su padre Jacob es violinista de oficio y tanto él como su madre Ana –a quién todo el círculo cercano de intelectuales de la pintora conocerían como “La mami”-, son originarios de Odesa, Rusia. En 1920 nace Lya, la hermana de Olga y su eterna confidente, que más tarde se casará con el crítico de arte Guatemalteco Luis Cardoza y Aragón. Como todas las familias judías de la época, se ven obligados a emigrar, a resistir la primera guerra mundial –en el caso de los Kostakovsky, en Berlín-, a escuchar el fin de una era de 300 años desde el exilio, y después a escapar de todos los conflictos europeos del fascismo. Los Kostakovsky llegan a México en 1925, estableciéndose en la capital, donde la pequeña Olga recibe una formación sólida en el Colegio Alemán, recibiendo clases particulares de música y comprendiendo a muy temprana edad que el color en México, es otro. Más tarde – solamente durante seis meses de 1933-, Olga recibirá clases de pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde Carlos Mérida y Rufino Tamayo son sus maestros. Por razones económicas debe abandonar los estudios, no sin antes tener el encuentro decisivo: conoce a José Chávez Morado, con quien compartirá el resto de su vida.
José Chávez Morado, por otro lado, vive su infancia en el Bajío mexicano, nace en 1909, hijo de José Ignacio Chávez Montes de Oca, que se desarrolló como comerciante regional, y de Luz Morado Cabrera. Con antecedentes republicanos dada la militancia Juarista de su abuelo, pero en la tradición conservadora y religiosa del entorno y de una familia típica del lugar –abanderada por su madre-: “una rica y abundante cultura en que se sintetiza la raigambre castiza del catolicismo español y las tradiciones prehispánicas: abigarrada mezcla de religiosidad popular, supersticiones, aún supercherías, y profunda espiritualidad humanista…con la permanencia vigorosa de ciertos elementos autóctonos, que a pesar de sus modificaciones, o precisamente por ellas, afloran con sorprendente brío en costumbres domésticas, fiestas populares y muy especialmente en la plástica popular de la región”. [1] Al igual que a Olga, José pasa por los avatares de la guerra, en su caso la de Revolución Mexicana, que marca hondamente a la familia. Después de trabajar en para Ferrocarriles Mexicanos, en 1925, Chávez Morado también se ve obligado a emigrar, a los Estados Unidos, donde ejerce como lavador de platos y pizcador, en una rutina dura aún para una aventura a los 16 años, pero ahí es donde conoce el milagro de la pintura a través de José Clemente Orozco, quien pinta en California a su famoso “Prometeo”. Chávez Morado llega a la ciudad de México en 1931, donde sin dudarlo se inscribe a la escuela nocturna de pintura…y para 1935 se casa con Olga Costa.
A partir de la unión de dos grandes pensadores, -tras un breve período en la ciudad de Jalapa, Veracruz, donde José pinta uno de sus primeros murales y Olga absorbe todo el color y sabor de la costa que le impulsa a la pintura-, en el medio catártico del México post-revolucionario, la Ciudad capital es el “lugar de una cultura social y un nacionalismo espiritual”[2] promovido por el Vasconcelos que empuja mediante todo un nuevo canon de valores cívicos, que empodera y transforma a una comunidad, para la que surgirán una serie de iniciativas en las que ambos artistas serán decisivos a pesar de su eterna discreción ante los reflectores: La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, el Taller de la Gráfica Popular, la revista RUTA, la Galería La Espiral, la publicación del Eje…Le, la Sociedad de Arte Moderno, el Salón de la Plástica Mexicana, la Sociedad de Impulso a las Artes Plásticas, la Galería de Arte Moderno, el Museo de Arte Moderno, la Sección de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional de Bellas Artes.
Para 1940, la pareja se establece un tiempo en San Miguel de Allende, Guanajuato, en una antigua fábrica de cristal soplado, adaptando el lugar como vivienda con una colección de arte popular del entorno - ¿No son ellos los pioneros de la estética sanmiguelense?-, desde donde se relacionan con el círculo de inmigrantes norteamericanos que se ha establecido en ese enclave y colaboran a proyectos educativos, tomando el pulso de una zona para la que más tarde emprenderán una labor continua, estableciéndose a su regreso a la Ciudad de México en la zona de Coyoacán, tanto Olga como José retoman sus proyectos esta vez a una escala mayor, desde dos posiciones aparentemente encontradas: Olga toma la dirección de la Galería la Espiral y promueve la obra de caballete de los artistas considerados como “no revolucionarios”, mientras que José se aboca a promover todo un nuevo movimiento técnico desde la segunda fase del muralismo mexicano en proyectos emblemáticos como el de la Nueva Ciudad Universitaria. Olga se relaciona con instituciones privadas como la Galería de Arte Mexicano, la Galería de Arte y Decoración, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la Fine Art Galleries de Toronto, la Galería Kamffer de Florencia, el Witt Museum de San Antonio; y diversos proyectos de índole internacional para la promoción y difusión de la pintura de tintes vanguardistas, homologada a las corrientes internacionales. Chávez Morado, por su parte, promueve el taller de Integración de la Artes Plásticas, ejerce la caricatura política –bajo el pseudónimo de Juan Brochas- desde los órganos oficiales del Partido Comunista del que es un líder fundamental y promotor constante, ejerciendo como conciencia cultural en un momento clave del desarrollo industrializado de México.
En 1966, tras un período intenso de viajes al extranjero y exposiciones de magno nivel en los recintos más importantes de México, Olga Costa y José Chávez Morado se establecen en la ciudad de Guanajuato, en el Barrio de Pastita, donde vivirán y trabajarán el resto de sus vidas…y dejarán a la región del Bajío iniciativas culturales que van desde el rescate de técnicas ancestrales de arte popular, hasta el restauro de edificios emblemáticos como la Alhóndiga de Granaditas y la Casa de los Marqueses de Rayas. Olga y José, se dedican los últimos años de su vida a preservar la memoria del paisaje del Bajío guanajuatense: a preservar el acervo más acabado de arte popular de la región para darlo en donación; a promover artistas jóvenes, canalizando y apoyando tanto estudios como difusión de portafolios de trabajo; a promover artistas y cultura guanajuatense desde la investigación, la compilación de información perdida y la edición de catálogos y libros; a crear redes y sinergias entre los nuevos recintos culturales creados y aquellos con los que la pareja trabajó durante toda su carrera. El legado es enorme y solamente comparable a la que hicieron sus contemporáneos, personajes como Frida Kahlo y Diego Rivera, como Best Maugard, Fernando Gamboa, Juan O’Gorman, Octavio Paz, Ines Amor, Rufino Tamayo…y tantos otros que forjaron todo aquello que el día de hoy llamamos Cultura Mexicana.
Este es el homenaje a dos personajes que con inteligencia, constancia, trabajo, estudio y sobre todo una clara visión política, social y estética, cambiaron su mundo, cualquier entorno en el que participaron sintió su huella y cambió su devenir, desde una labor sólida y callada, con base en pequeñas acciones cotidianas y valientes, una a la vez, que solamente puede ser leídas en toda su magnitud al verse como un cuerpo completo, en retrospectiva…mostrando que el trabajo conjunto de diferentes enfoques consolidan proyectos multifacéticos: invitando a intersectar tiempos y espacios, encontrando soluciones a las paradojas cotidianas con la esperanza de volver a imaginar, crear y coincidir.
Grisell Villasana Ramos
AP70 Consultoría
CDMX, Febrero de 2022
Bibliografía:
Varios autores. Olga Costra y José Chávez Morado: En lo íntimo. Ed. INBA-CONACULTA, a través del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, con apoyo del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato. México, 2000. ISBN: 970-18-4262-6
Silva, José de Santiago. José Chávez Morado: Vida, obra y circunstancia. Ediciones La Rana para el Instituto Estatal de Cultura del Estado de Guanajuato. México, 2000. ISBN: 968-7831-56-1
Centro de Estudios Históricos del Colegio de México. Historia General de México. Monsiváis, Carlos. Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX: El nacionalismo Cultural. Editorial del Colegio de México. México, 2000. ISBN: 968-12-0969-9
Pitol, Sergio. Olga Costa. Ediciones La Rana para el Instituto Estatal de Cultura del Estado de Guanajuato. México, 1998. ISBN: 968-7831-17-0
Coronel Rivera, Juan Rafael; Tibol, Raquel; Dorotinsky Deborah. Olga Costa: Apuntes de Naturaleza (1913-2013). Ed. INBA- CONACULTA con el Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 2013. ISBN: 978-607-605-248-8.
[1] Silva, José de Santiago. José Chávez Morado: Vida, obra y circunstancia. Ediciones La Rana para el Instituto Estatal de Cultura del Estado de Guanajuato. México, 2000, p 15.
[2] Monsiváis, Carlos. Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX: El nacionalismo Cultural. Editorial del Colegio de México. México, 2000, pp. 988-999.
Imágenes del archivo privado de José Chávez Morado y Olga Costa: Arturo López, Coordinación de exposiciones del Instituto de Cultura del Estado de Guanajuato.
Administración de proyecto: Eduardo Rivero Orendain para el Instituto Oviedo
Embalaje: Eduardo Hernández Jaime, Verónica Plazola Bustos, Magnolia Victoria Hernández Delgado
Traslados: David Pérez-Aznar para PME
Maniobras y montaje: Oscar Roberto Rico Martínez, Roberto Carlos Varela Santana para PME
Montaje: Museografía MIQ