El hombre ha contado siempre con las imágenes para explicar el mundo en el que debe desenvolverse. A partir de ellas es que ha logrado establecer vínculos sucesivos con la magia, la religión, el arte, la ciencia, el consumo y el entretenimiento en forma de imaginarios individuales y colectivos que le permiten vincularse y actuar desde una determinada plataforma tecnológica con otros hombres y con el entorno cotidiano. A últimas fechas, el giro cibernético ha puesto en jaque la sociedad como la conocíamos, y nos hemos visto obligados a replantear posturas con las que convivimos por un gran lapso de tiempo. A cien años de la popularización de la fotografía, este soporte tan importante en el campo de la imagen no es la excepción.A partir de los noventas las técnicas digitales para manipular la imagen hicieron su aparición y el debate acerca de la vialidad de la fotografía análoga inició.
Para algunos la imagen virtual representa el fin de la fotografía, el paso a otra era de la imagen más allá delos cánones de espacio x tiempo, la muerte de la tecnología como documento y el surgimiento de otros conceptos de ‘realidad’ al margen de pruebas fehacientes. Jean Baudrillard anunció el inicio de la “sociedad del simulacro”, afirmando que la humanidad entera se mueve en la copia sin original del mundo. El simulacro es considerada la última etapa de la historia de la imagen –la imagen como concepto epistemológico-pasando de un estado en el que enmascara la ausencia de una realidad básica a una nueva época en la que no mantiene relación alguna con ninguna realidad: es su propio y puro simulacro.Pero para otros, más que pensar en la muerte de la fotografía, ha llegado la hora del ‘renacimiento’ de la misma, ya que al poder prescindir del yugo de la imagen como documento, libre de todo imperativo en función de la realidad, esta técnica se puede permitir lo que en su momento hicieron los pintores frente al surgimiento de la fotografía:romper con las reglas del imaginario de su oficio desde sus cimientos. Así, lo real y lo virtual, lo verdadero y lo verosímil se funden y confunden, para dar cabida a la fotografía –análoga y digital- en los dominios de la cultura visual: el mundo visto desde y a través de la virtualidad de la imagen, la video esfera según Debray. En un mundo multicultural y heterogéneo, en el que debemos encontrar equilibrio entre conceptos antagónicos que atañen a vocablos tan básicos como identidad, género y cultura,no nos debe sorprender que las imágenes de los artistas tengan como principal punto de referencia estas temáticas. Toda imagen adquirida debiera servirnos para la completa interrelación de lo real y lo virtual, para la conformación de nuestra propia identidad desde amas perspectivas. Ya no se puede tomar por barata la presencia cotidiana de imágenes aparentemente banales, puesto que se han convertido en las herramientas con las que sobrevivimos la irrealidad. La cultura visual se ha convertido en el emplazamiento de un cambio cultural e histórico donde la imaginación es ahora una práctica social. La fotografía y las nuevas técnicas digitales para la manipulación de la imagen, forman parte intrínseca de este contexto.Los autores contemporáneos nos confrontan con una paradoja existencial, pretendemos ser en la vida real, somos en las imágenes. La visión que tenemos de nosotros mismos es una imagen virtual que corresponde a la elaborada en nuestra mente, en la mente de los demás,y el contraste con lo que se concibe como ‘real’ es cada vez mayor. Preferimos la imagen,que en sueños nos hace vernos como nos recordamos, nos permite comportarnos de acuerdo a ese imaginario. La cognición cotidiana, en resumen, no está en la retina: pasa a través dela lente fotográfica. Como prueba 12 analogías de la luz.Grisell Villasana